Corría el minuto 32 de partido. El Valencia CF estaba siendo el dominador del juego y buscaba con ganas la portería rival. Un centro desde la derecha era despejado por Piqué de cabeza, y el rechace le caía a nuestro 10, al mago del balón, a Éver Banega. El argentino bajó el cuero y no se lo pensó, y desde dentro del área grande lanzó un misil ante el que nada pudo hacer Valdés. Con este auténtico golazo el Valencia CF se adelantaba en el marcador, y Mestalla enloquecía porque por fin se plasmaba en el electrónico la superioridad de los valencianistas, que estaban sabiendo manejar y controlar al todopoderoso FC Barcelona.
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