Equidistantes?
Lidiar con el vestuario del Valencia no es fácil. Ésta plantilla, con ligeros retoques, devoró a Quique Sánchez Flores y a Ronald Koeman. Ahora ha enfilado a Unai Emery.
¿Cuanto tiempo le queda al técnico al frente del equipo?
Hasta que Llorente ceda a la presión de los futbolistas.
La autoridad del entrenador, a pesar de alguna que otra medida disciplinaria de cara a la galería -sanción económica y deportiva a Miguel por llegar tarde a un entrenamiento y reprimenda a Joaquín por su dejadez en Noruega- se debilita cada día y sus actos son examinados al dedillo, sin piedad, tanto por los jugadores como por los dirigentes.
Al técnico se le concedió todo lo que pidió y, por tanto, la exigencia es máxima. Emery, que termina contrato en junio, sabe que el final se precipita y su etapa en el Valencia empieza a extinguirse. ¿Y todo por un empate contra el Sporting? No. El verano, la pretemporada y el buen arranque del campeonato habían arreglado una situación que, por momentos, el año pasado había tocado fondo. Ahora, todo reverdece.
Las críticas públicas de David Villa han abierto la veda.
Poca autocrítica.
Los jugadores, siempre en privado, censuran que el técnico nunca entona el mea culpa tras las derrotas y, aunque de forma solapada, siempre encuentra justificaciones a sus actos y planteamientos -el domingo, sin ir más lejos, aseguró que él había lanzado al equipo el mensaje de buscar el tercer gol, y que el grupo, "por inercia, se echó para atrás" y así llegó el empate.
Se cuestionan las rotaciones.
Pocos entienden en qué se basa Emery para aplicar las rotaciones y consideran que, hasta la fecha, sólo han servido para dividir al grupo. Implicar a toda la plantilla en el proyecto no es, dicen, separar al grupo en el equipo A y el B. Además, inciden en que los considerados titulares se saben intocables y esto indirectamente los relaja. Otros confiesan que saben que hagan lo que hagan, no traspasaran la frontera del B al A si no es por la lesión de un compañero.
Diferente rasero.
Tras un año de convivencia, los jugadores critican la imparcialidad de Emery para juzgar a unos y otros. Y el trato. Aseguran que el técnico hace diferencias y se dirige a ellos según el estatus que ocupan en el equipo. Problemas con Fernando.
Se repite la historia.
La relación entre el director deportivo y el entrenador es estrictamente profesional. Atrás quedaron los días en que se vanagloriaban de su amistad y lo exteriorizaban jugando al pádel. La relación empezó a deteriorarse en mayo cuando las exigencias de Emery chocaban con la planificación deportiva de Gómez Colomer. A partir de ahí, las discrepancias continuas. El sábado, en el estadio Ciutat de València, durante el Levante-Elche, exhibieron su distanciamiento. ¿Qué pasará si el Valencia no puntúa mañana contra el Getafe?
Noticia del Periodico Levante.-
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