Twittear EMPIEZA EL ESPECTACULO: UN VALENCIA COLOSAL DEJA ESCAPAR VIVO AL BARÇA

NO DEJES ESCAPAR ESTA OPORTUNIDAD

TRADUCE EL BLOG A TU IDIOMA

EL BLOG DE AIDA

PARA SABER SI HAY ALGUIEN CONECTADO, MIRA EL MUÑEQUITO AL LADO DEL NOMBRE TIENE QUE ESTAR VERDE

COBRA POR EMAIL RECIBIDO

domingo, 18 de octubre de 2009

UN VALENCIA COLOSAL DEJA ESCAPAR VIVO AL BARÇA

ONCE AGUERRIDOS ESPARTANOS BAJO EL DISFRAZ DE HEIDI.

El Valencia emula la batalla de las Termópilas, se transforma y merece vencer a un Barça al que supera con claridad en muchas fases.

Nos los vistieron de Heidi, prometiendo ser buenos anfitriones, correctos y amables, pero bajo el ropaje los chavales eran espartanos. Formaron un equipo llamado Valencia que se comió en muchos momentos a un enemigo poderoso y superior, según dicta la historia más reciente. La batalla de las Termópilas no fue la única que se libró en la citada zona, pero sí la más conocida o, al menos, la que tuvo mayor resonancia. Tal vez porque aquellos aguerridos y valientes espartanos, en clara inferioridad numérica, fueron capaces de contener al ejército persa.
Anoche los valencianistas se colocaron el disfraz de Heidi, pero se desenvolvieron como auténticos espartanos. Fue un Valencia solidario, entregado a la causa, valiente, inteligente, todo lo cual le permitió en determinados momentos de la batalla tener contra las cuerdas al poderoso campeón nacional y continental, algo que no está al alcance de cualquiera.
El enfrentamiento no se produjo en un desfiladero griego. Blanquinegros y blaugranas se citaron en un valle, tan verde como uniforme. Termópilas, según los sabios de la época, quiere decir 'fuentes calientes' por sus manantiales naturales de aguas termales. Ni comparación con una acequia denominada Mestalla, sumergida bajo el recinto del barrio de Exposición.
La diferencia de escenario no tuvo influencia alguna. Los espartanos se hicieron fuertes sobre sus aguas -nada que ver con las termales- en su valle propio, y dijeron con hechos que están capacitados para las batallas más duras, de mayor nivel y envergadura.
Tal fue así que el ejército persa, vestido de azulgrana, no pudo casi nunca plasmar su superioridad. Ni siquiera cuando mantuvo el balón en su poder, que es cuando disfruta el ejército de Guardiola.
No pudo campar a sus anchas como lo ha venido haciendo en tantas y tantas lides, porque enfrente tuvo a un Valencia que salió con la lección aprendida, sabiendo lo que había que hacer en cada momento y sus hombres se aplicaron al máximo.
Nada más iniciarse las hostilidades, un espartano con carita de Heidi, de nombre Pablo Hernández, se plantó ante Valdés y lo pudo batir. Con todo a favor, el remate lo estrelló en el cuerpo del cancerbero barcelonista. Fue un claro aviso de la predisposición del equipo de Emery, que nunca renunció a obtener el triunfo, aun sin su estilete, Villa.
Las huestes de Guardiola, maniatadas, no podían campar como les gusta. Emery tuvo culpa de ello. Se sacó de la manga a su espartano más fortachón, un tal Mathieu llegado desde las Galias, al que colocó en la medular. Por detrás, Bruno, para cerrar a cal y canto una banda por la que debía desenvolverse una pulga, Messi, capaz de infectar a todo un ejército.
El trabajo se hizo tan bien que el insecto no existió. Tuvo que marcharse al lado opuesto intercambiando la posición con Pedro, que no había dado señales de vida. Y así siguió todo hasta que llegó la tregua del intermedio. Mata dos veces -en una se pidió penalti de Puyol-, tuvo oportunidad de marcar, mientras en la única visitante, por medio de Iniesta, respondió César, seguro como siempre.
Tras tomar aire y de nuevo en el campo de batalla, los espartanos siguieron mostrándose firmes, ambiciosos y cuando fallaron las fuerzas tiraron de coraje y motivación. Toda una lección de orgullo que debió verse refrendada en un marcador inalterable, que pudieron hacer funcionar Mathieu, Pablo y Silva. El canario con una excepcional ocasión, minuto 71, en la que estrelló el cuero en el cuerpo de Valdés. El Barça se vio obligado a recurrir a lo que no suele hacer, alguna marrullería incluida. Los de Guardiola no pudieron desenvolverse como acostumbran. Lo pasaron mal. El paréntesis de selecciones, el 'virus FIFA', le afectó más que el Valencia.
Nadie dudó al final de que a los puntos la victoria debió ser espartana. Del Valencia. De los buenos chicos disfrazados de Heidi. Espartanos de corazón y de espíritu.
El triunfo fue moral. Pero nadie se marchó disgustado a casa. Todos disfrutaron con los suyos. Faltó un gol, algo extraño en los Valencia-Barça. Nada más. Porque hasta vimos la reconciliación total con un Albelda pletórico, saludo incluido con Baraja.
Joaquin Ballesta. Las provincias

No hay comentarios: