Moyà es el único jugador que ha encontrado acomodo mientras que Manuel Fernandes se permite el lujo de rechazar ofertas A 17 días para que empiece la pretemporada, el club no ha aligerado su larga lista de descartes.
JUAN CARLOS VALLDECABRES.
17 días para que arranque el nuevo proyecto, 368 millones de euros reconocidos de deuda y 32 jugadores del primer equipo en nómina cuyos salarios no podría entender ninguno de los 425 chavalines que forman la cantera de base del Valencia. A poco más de dos semanas para que Unai Emery empiece a dar forma al equipo que debe llenar esa botella de la ilusión de la que habla constantemente Manuel Llorente, el Valencia se puede encontrar con un problema de peso si el mercado no se empieza a mover pero de verdad. No hay forma de colocar a los jugadores que no cuentan porque hasta este momento el único que ha encontrado acomodo -y como parte de la operación de Parejo- ha sido Moyà.
Al menos, no hay forma de colocarlos en las condiciones que impone, y con buena intención pero con ciertos riesgos, el presidente. Si alguno quiere marcharse del Valencia, que venga con dinero -en algunos casos- o que al menos a donde vaya que se 'coman el marrón' de su ficha. Hoy en día, el panorama de los clubes es ciertamente desolador, de ahí que cuando se producen casos como el de Manuel Fernandes, en el Valencia se dan cabezazos contra la pared. Para uno que lo quiere (el Besiktas) y que acepta tragar con los 2 millones de euros que gana (pagando además un pequeño traspaso), resulta que el jugador se niega. No hay día que pase en que Braulio Vázquez no hable por teléfono con Jorge Mendes, representante del futbolista, para que le haga entrar en razón. Fernandes, mientras, disfruta en Miami de los privilegios de su cuenta bancaria e ignora por completo todas las llamadas que se le hacen desde el club de Mestalla.
El Málaga espera a Joaquín
Fernandes es desde luego uno de los que hay que dar de comer aparte. El año pasado se negó a última hora a recalar en el Málaga y ahora pasa de volver al Besiktas. Se ha convertido, por cierto, el Málaga en el gran animador del verano. Con 13,5 millones de euros invertidos por el momento en tres fichajes, a los que hay que añadir los 4,5 millones por Bounanotte y los 3 al Bayern por la cláusula de Demichelis, está empeñado en hacerse con los servicios de Joaquín.
El club andaluz, después de marear la perdiz en los últimos días señalando que podía esperar a llevarse al gaditano la próxima temporada, parece que ahora lanza su aviso definitivo: esos más de tres millones de euros que ha ofrecido por el valencianista es su última propuesta y espera que sea Manuel Llorente el que se pronuncie a partir de hoy. El presidente blanquinegro, aunque no públicamente, ha dicho en repetidas ocasiones que Joaquín vale más, pero habrá que ver cómo se desarrollan esta semana los acontecimientos porque en Málaga están más que convencidos de que Joaquín va a acabar vistiendo los colores blanquiazules.
La marcha del capitán daría un dinero extra a Braulio para que fichase a ese central que busca para que haga pareja con Rami. Hay que tener en cuenta, además, que el Valencia espera ingresar un pellizco por David Navarro (en tratos con el Neuchatel) y pide también dinero por Renan (lo pretende el Internacional de Porto Alegre). Son posiblemente los únicos casos en los que se pretende coger traspaso. Del resto es más difícil por no decir totalmente imposible coger dinero. Si acaso sólo las gracias.
Echando un vistazo a los nombres que quedan en el aire, sólo Éver Banega puede hacer que el Valencia haga una importante caja este verano. Está claro que el Valencia reitera que el centrocampista no está en venta pero una buena Copa América puede hacer que la cosa cambie sensiblemente.
Desde luego, lo que tiene que tratar de evitar el Valencia es que se repitan situaciones como la de Hugo Viana, por ejemplo. El portugués no costó los 18 de Fernandes pero sí 4,3 millones y ha acabado este año su vinculación en el Valencia. Contaba el propio Viana que el Valencia se negó hace algo más de un año a dejarlo marchar gratis sin coste alguno para el club. Fue, según la versión del futbolista, un dirigente valencianista el que no accedió a ello y al final no quedó otro remedio al club de Mestalla que pagar buena parte de su ficha, en torno a 1,6 millones de euros.
Eso es lo que quiere evitar Llorente pero la realidad dice que ni lo que cobra Del Horno se puede pagar en Primera ni tan siquiera lo que perciben Aarón, por ejemplo, se puede hacer frente en Segunda. Para hacerse una idea de cómo está el patio, este último tiene un año más de contrato y esta temporada la cesión al Recreativo le ha costado al Valencia unos 600.000 euros, puesto que el club andaluz sólo ha hecho frente a unos 100.000.
Con esas cifras, la papeleta que se presenta al Valencia es complicada, sobre todo porque aún tiene que encontrar, además del central, un lateral derecho que sustituya a Miguel, otro de los que figuran en la lista de salida y que el consejo de administración ya asume que no habrá otro remedio que pagar para que se pueda ir. Lo mejor de todo es que este problemón de las plantillas tan largas (además de caras) lo viene arrastrando el Valencia desde hace tiempo y los sucesivos directores deportivos que han desfilado por la entidad admiten que no es lo correcto y menos con la crisis que hay. Eso, además de poner cuesta arriba la progresión de gente del filial, supone temporada tras temporada un desembolso demasiado pesado.
Emery ha dicho sobre el filial que quiere contar con jugadores, al menos durante esta pretemporada. Lo asegura el técnico pensando en Isco, sin duda el valor más seguro actualmente de la cantera valencianista. El problema de Isco, además de que se va a tener que ir con la selección este verano, es que el entrenador considera que el proceso natural de los chavales es que se vayan cedidos para que con minutos sigan creciendo, como les pasó en su día a Guaita, Jordi Alba y Silva. El Valencia tiene sobre Isco las ideas bastantes claras y cuenta con él para el próximo ejercicio para ocupar la plaza de Vicente.
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