A los jugadores del Valencia ni les iba ni les venía lo que pasase en El Madrigal... y vaya si se notó. El Villarreal, agradecido, no desaprovechó el "regalo" y sentenció en los primeros minutos.
El domingo por la mañana suele ser el peor momento de la semana para aquellos que cometen excesos la noche anterior. Madrugada etílica y euforia desmedida con nocturnidad son un cóctel potente capaz de "desmontar" a cualquiera... y es la resaca, dulce en algunos casos, la que aparece con los rayos de sol para recordarnos que los excesos de pagan y que, en ocasiones, hay que celebrar las cosas con moderación.
Así llegó el Valencia a Castellón: con la resaca de saberse terceros de forma matemática, sustituyendo el habitual dolor de cabeza por una sensación agradable de complacencia y ausencia de presión. La "pachorra", para entendernos. Una presa demasiado fácil para los de Garrido, que sí se jugaban el cuello en su desesperada carrera por entrar en puesto europeo. Tras una segunda vuelta más que meritoria, el Villarreal no estaba para juergas. Y en los primeros veinte minutos finiquitó el partido casi sin despeinarse.
La jugada del primer gol fue un despropósito de principio a fín, demostrando cómo no realizar un balance defensivo y con la imagen, muy triste, de Marchena bajando a defender practicamente andando. Rossi no desaprovechó el favor y puso el 1-0, renta que poco después aumentaría Llorente de impecable cabezazo picado. Moyà, eso sí, quizá pudo haber hecho un poquito más.
Así terminó el partido. Es cierto que faltaba practicamente una hora por disputarse. Que el Valencia tuvo más la pelota en el segundo tiempo. Que el árbitro se "lució" con la expulsión de Llorente y la posterior de Capdevilla, al que echó por "recordarle" la infame cartulina "fantasma" de la semana pasada ante el Barcelona. Pero ni con esas: contra nueve, el Valencia apenas creó ocasiones de gol. Poco importaba: los jugadores ya tienen la mente puesta en las vacaciones.
Veremos si, en siete días, los aficionados de Mestalla son capaces de que los futbolistas jueguen a algo en el último partido de la temporada. Aunque sea como homenaje a Rubén Baraja. El "Pipo" bien merece un par de carreritas más.
http://elvalencianista.com/liga/50779-alguien-esperaba-otra-cosa
El domingo por la mañana suele ser el peor momento de la semana para aquellos que cometen excesos la noche anterior. Madrugada etílica y euforia desmedida con nocturnidad son un cóctel potente capaz de "desmontar" a cualquiera... y es la resaca, dulce en algunos casos, la que aparece con los rayos de sol para recordarnos que los excesos de pagan y que, en ocasiones, hay que celebrar las cosas con moderación.
Así llegó el Valencia a Castellón: con la resaca de saberse terceros de forma matemática, sustituyendo el habitual dolor de cabeza por una sensación agradable de complacencia y ausencia de presión. La "pachorra", para entendernos. Una presa demasiado fácil para los de Garrido, que sí se jugaban el cuello en su desesperada carrera por entrar en puesto europeo. Tras una segunda vuelta más que meritoria, el Villarreal no estaba para juergas. Y en los primeros veinte minutos finiquitó el partido casi sin despeinarse.
La jugada del primer gol fue un despropósito de principio a fín, demostrando cómo no realizar un balance defensivo y con la imagen, muy triste, de Marchena bajando a defender practicamente andando. Rossi no desaprovechó el favor y puso el 1-0, renta que poco después aumentaría Llorente de impecable cabezazo picado. Moyà, eso sí, quizá pudo haber hecho un poquito más.
Así terminó el partido. Es cierto que faltaba practicamente una hora por disputarse. Que el Valencia tuvo más la pelota en el segundo tiempo. Que el árbitro se "lució" con la expulsión de Llorente y la posterior de Capdevilla, al que echó por "recordarle" la infame cartulina "fantasma" de la semana pasada ante el Barcelona. Pero ni con esas: contra nueve, el Valencia apenas creó ocasiones de gol. Poco importaba: los jugadores ya tienen la mente puesta en las vacaciones.
Veremos si, en siete días, los aficionados de Mestalla son capaces de que los futbolistas jueguen a algo en el último partido de la temporada. Aunque sea como homenaje a Rubén Baraja. El "Pipo" bien merece un par de carreritas más.
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