El entrenador de Hondarribia le quita importancia a los años de contrato y se preocupa por el nivel de la plantilla.
Unión, confianza y ambición. Unai Emery se sentará a negociar su futuro en el banquillo del Valencia con estos tres vocablos como bandera de sus reivindicaciones. Las exigencias que pondrá sobre la mesa el de Hondarribia traspasa lo puramente individual de una negociación. A Emery ni le preocupa la duración del contrato ni le quita el sueño el salario que le vaya a ofrecer Manuel Llorente. Lo que de verdad inquieta al técnico es la planificación deportiva de la plantilla, porque si el equipo funciona, los beneficios particulares llegarán solos. Lo dicho no significa que Emery vaya a aceptar cualquier cosa que le presente Llorente, sino que más allá de los asuntos mundanos de un contrato, el técnico va a poner una serie de condiciones que dependiendo de la predisposición del Valencia a tenerlas en cuenta provocará que la renovación se pueda concretar tomándose las partes un café o pueda estirarse tanto la cuerda que incluso acabe rompiéndose.Unión. Emery ha navegado prácticamente solo durante muchos meses de competición. El técnico espera que de cara a la próxima temporada las recriminaciones u opiniones críticas hacia el rendimiento del equipo se hagan de puertas hacia dentro del vestuario y no ante los micrófonos de la prensa. Digamos que Emery espera que el club le haga de escudo cuando los resultados no sean los esperados y no que siempre sea el técnico quien esté en el punto de mira de las críticas sin respaldo alguno. Lógicamente, todo ello es difícil concretarlo en un contrato. Son solo sensaciones.
Confianza. Emery está dispuesto a firmar por solo una temporada. No tiene problema a ello. Tiene asumido que en el fútbol mandan los resultados y no los años que uno tenga de contrato. Lo que sí tiene en mente solicitar su agente Iñaki Ibañez es una renovación automática en el caso de cumplir con el objetivo marcado, que no será otro que repetir presencia por segundo año consecutivo en la Liga de Campeones. Tal cláusula se incluiría para evitar incertidumbres como las habidas durante los últimos dos meses, un tiempo en el que Llorente ha tenido dudas de ofrecerle la renovación aún quedando tercero. Un punto en el contrato que además estipularía una indemnización en el caso de que el Valencia no quisiera o que el propio técnico vasco —pese a cumplir objetivos— quisiese cambiar de aires. Pero la confianza que espera sentir Emery va a más allá de lo comentado. El técnico quiere que se tenga en cuenta su punto de vista a la hora de tomar decisiones respecto a la planificación de la plantilla, sobre todo en lo que concierne a posibles salidas —y no precisamente las de futbolistas como Villa o Silva, unos traspasos que en caso de concretarse atenderían a razones económicas y no deportivas, las cuales son asumidas y entendidas por el entrenador—. Es decir, que se confíe en su criterio y sienta plena confianza si tuviera que adoptar medidas como la de apartar a un futbolista para forzarle a salir del club como hiciera con Angulo el pasado verano.
Ambición. Es el punto en el que más va a incidir Emery y el que más se puede concretar aunque no haya documento alguno firmado que lo diga. ¿Y qué cual es su ambición? Confeccionar una plantilla competitiva y de plenas garantías para mínimo repetir la tercera plaza lograda en la presente temporada. Si tras su primer año dijo que nadie le había dicho que el objetivo era meterse en Champions y si a principios de curso asumió que había que clasificar al equipo entre los cuatro primeros, a Emery no le van a marcar los objetivos para el caso de que acepte continuar un año más en el Valencia. Él ya lo tiene en su mente. El técnico de Hondarribia no quiere hacer el ridículo en Europa ni tampoco bajar de la tercera posición que ha logrado en Liga BBVA. Para ello, Emery quiere saber de antemano con qué mimbres va a trabajar. Lo que pretende conocer el técnico cuando su agente se siente a negociar con Llorente es cual es la intención del club en el caso de tener que traspasar a jugadores como Villa o Silva. Emery no quiere jugar a ser entrenador y director deportivo a la vez, aunque sí quiere tener voz y voto en el perfil de futbolistas y en las posiciones a reforzar que necesitaría el equipo. Una voz y un voto que hace un año, tras la llegada de Llorente, tuvo —y mucho, como quedó patente en el fichaje de Moyà—, pero que con el paso de los meses ha ido a menos, siendo solo informado cuando operaciones como la de Ricardo Costa, Feghouli o el Chori Domínguez estaban prácticamente cerradas.
Por último, el agente de Emery espera que el Valencia valore el trabajo realizado hasta la fecha. ¿Cómo? Pues cuanto menos no ofreciéndole un salario inferior al que percibe en la actualidad.
http://www.superdeporte.es/valencia/2010/05/12/exigencias-unai-emery-renovar/94660.html
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