La roja de Topal es sólo el último de los muchos errores, con o sin el VCF de por medio, que jalonan la carrera del vasco.
DAVID RODRÍGUEZ Si Atila viviera y fuera árbitro de la Liga BBVA, seguramente su patrón de comportamiento sobre el terreno de juego sería el mismo que el de Iturralde González. Porque por donde pasa el vasco, como ocurría con el rey de los hunos hace 1.600 años, no vuelve a crecer la hierba. Sólo la polémica florece después de cada partido dirigido por este trencilla, quien ayer la lió a las primeras de cambio en el Sevilla-Valencia con la rigurosísima expulsión de Mehmet Topal por juego peligroso.
El bilbaíno no se lo pensó dos veces a la hora de sacar la roja del bolsillo en el minuto 24. Pasó por alto que fuera la segunda falta del turco y del conjunto blanquinegro en lo que se llevaba de encuentro, y que de la anterior hubiera pasado ya más de un cuarto de hora. Tampoco sirvió de atenuante que el mediocentro otomano llegara trastabillado tras un forcejeo con Luis Fabiano o que no golpease la pierna del rival en ningún momento. Fue entrar Topal en plancha sobre Cáceres y salir Iturralde González pitando en dirección al ´5´ de los de Mestalla, quien todavía estaba tendido sobre el terreno de juego, para expulsarle.
Lo que era una amarilla de manual se convirtió en roja. Y lo que podría haber sido un choque atractivo e igualado —aunque cierto es que el Sevilla había arrancado con más ímpetu y llegadas que el Valencia—, se decantó en favor de los locales antes de tiempo. Solo si el árbitro vasco hubiera medido al borde del descanso con el mismo rasero a Dabo, cuando éste cometió juego peligroso sobre Mathieu, se hubieran vuelto a equilibrar las fuerzas.
«El jugador del Sevilla ha simulado. He ido a por el balón, nunca a hacer falta, pero el árbitro, condicionado por el ambiente, me ha mostrado la tarjeta roja», destacaría Topal al final de la contienda. Y es que el turco todavía no salía de su asombro por el castigo recibido, seguramente porque es nuevo en la Liga BBVA y no conocía hasta anoche cómo se las gasta Iturralde, quien ofrecería en el acta su particular versión de los hechos: «En el minuto 26 (…) Topal, Mehmet fue expulsado por el siguiente motivo: entrar a un adversario con el pie en forma de plancha, con fuerza excesiva e impactando en su pierna. El jugador necesitó asistencia médica, reincorporándose posteriormente al juego».
El problema es que la equivocación del Pizjuán, expulsado al margen, no pilla por sorpresa a casi nadie. De errores de Iturralde González están llenas las hemerotecas. No hay que irse muy atrás en el tiempo para hallar otro desliz del bilbaíno con el Valencia, aunque fuera de menor calibre que la del duelo de Sevilla. Ocurrió en la visita del Atleti a Mestalla de septiembre, cuando también se inventó en el acta la justificación de la amarilla que había mostrado a Mata por pedir penalti.
Tan negro es el historial del veterano trencilla vasco, plusmarquista en número de penaltis y tarjetas de la Liga BBVA, que se genera enemigos en todos los campos en los que pita. Donde más ganas le tienen —mejor dicho, donde menos—, es en Cornellà-El Prat; la Federación Catalana de Peñas del Espanyol le declaró ´persona non grata´ en mayo por «los graves errores permanentes» en contra de su equipo.
El propio conjunto de Mestalla señaló directamente a Iturralde González con el dedo acusador hace cuatro años. La entidad entonces presidida por Juan Soler se libró unos meses de los arbitrajes del vasco —desde enero de 2006 hasta comienzos de la siguiente temporada— tras recusarle ´de facto´ en la Federación Española por varias equivocaciones cometidas para su desgracia; la última había sido señalar un inexistente penalti de Carboni en Riazor en el encuentro de ida de la famosa eliminatoria del monedazo.
Hasta el equipo ahora entrenado por Gregorio Manzano, beneficiado en este caso por el grave fallo de apreciación en la falta de Topal, se las ha tenido tiesas con el bilbaíno. A éste, entre otras cosas, se le acusa de haber apartado a los hispalenses de la lucha por el título de la 06/07 tras tragarse tres penaltis en Mallorca. Y, también, de haber cambiado de criterio en la segunda parte de un Sevilla-Madrid de Copa en el Pizjuán. Fue en 2004, justo después de que Jorge Valdano, director deportivo merengue, se cruzara con él en los vestuarios y le insultara y echara en cara una expulsión de Zidane.
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