CÉSAR IZQUIERDO El Valencia ha determinado cerrar filas. El club ha decidido reagruparse ante la dificultad y fortalecer la estructura de sus cimientos: Mostrar compromiso, evidenciar responsabilidad, sentir la camiseta, quererla y respetarla, no traicionar la confianza… No son tópicos sino mensajes lanzados en las últimas horas con el objetivo de tonificar los valores blanquinegros antes de afrontar una recta final tupida por el miedo y las dudas. Nada ha cambiado respecto de hace siete días, incluso se ha agravado la sensación de desánimo, por eso el PSV vuelve a presentarse como una cita esencial para arrancar con éxito la última galopada del curso.
Cuidado porque los dos goles concedidos a los brabanzones en los últimos minutos conceden a esta eliminatoria un soplo de indeterminación muy peligroso. Mucho más atendiendo a la hipersensibilidad del Valencia ante cualquier adversidad, por leve que sea, y al contexto de rearme del PSV: Phillip Cocu relevó a Fred Rutten como máximo responsable del banquillo rojiblanco y ese cambio no trae nada bueno. Al contrario, puede funcionar como paracaídas para un enemigo en pleno declive. El paso por el enclave de la Philips es una oportunidad para enjuagar los sinsabores que se han reproducido consecutivamente en las últimas semanas. Pese a la ventaja (4-2) cosechada en Mestalla, obvio que el Valencia tiene mucho que perder y poco que ganar si no afronta el partido con la mentalidad adecuada.
En ese proceso de fortalecimiento uno de los encargados de tocar la fibra ha sido David Albelda. El capitán, que es quien mejor conoce la idiosincrasia del equipo, reclamó el apoyo del valencianismo lanzando un mensaje grave y esencial: «Tenemos que estar todos unidos». Lo principal es la fuerza del conjunto. La máxima se hace más imprescindible atendiendo a las numerosas bajas con las que cuenta Emery. No estará Roberto Soldado —sancionado— y la línea defensiva se ha quedado raquítica por las lesiones de Víctor Ruiz, Miguel Brito y Ricardo Costa, a lo que se suma los problemas físicos que arrastra Adil Rami. El francés será de la partida salvo gran sorpresa. La preocupación por una posible avería obligará a Emery a disponer todo su arsenal. La actitud es la palabra llave que debe propiciar el progreso dentro del sistema.
Preocupante bipolaridad
Sevilla, Mallorca, el propio PSV… Para superar esta eliminatoria con poso de final, el Valencia debe despejar las tendencias suicidas que ha certificado recientemente. La puesta en escena en los dos últimos partidos es un punto de referencia potable. La esperanza es que esta tarde aparezca ese equipo capaz de llevar la iniciativa y no el que termina devorado por sus propias barreras mentales, ese que se distrae facilmente, que pierde el control y no es capaz de dominar su temperamento. Los cinco pilares para superar la eliminatoria son: puntualidad, iniciativa, actitud, lealtad y resultados.
Dadas las circunstancias, el pase a cuartos no es poca cosa, sin embargo, la deuda contraída no se saldará con una simple presencia en el sorteo de mañana. El equipo tiene una deuda abierta que no se saldará más allá de la clasificación, el partido requiere ganar y convencer. Las premisas son las mismas de últimamente, pero la urgencias han aumentado. El encuentro marcará el futuro del equipo, al menos, a corto plazo. Hoy sólo vale pasar, caer eliminados ni se contempla.
http://www.superdeporte.es/valencia/2012/03/15/cuidado-eindhoven/156234.html
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