Estamos llegando a un punto en el Valencia, desconocido para mí, en el que las faltas de respeto son algo tan habitual y cotidiano que pasan desapercibidas. No encuentro explicación a las palabras de David Albelda, que como capitán de una institución como esta debería ser un ejemplo para todo, para todos, dentro, y fuera: “a veces os decimos cuatro mentiras para que estéis contentos”.
Y después de eso, nadie se levanta de la rueda de prensa, nadie dice nada, todos ríen la gracia, como si realmente fuera gracioso. Estamos perdiendo los valores, la consideración. Si eso lo hace Mourinho o Guardiola los despellejaríamos (deportivamente hablando, claro). Yo no quiero a nadie en mi club que cometa afrentas. Yo no.
Y es que no entendemos, no queremos entender, que cuando se hace un desplante a la prensa, del tipo que sea, se le hace ale espectador, al que paga, al que se sufre. El periodista se va a casa igual, cobra igual, e informa igual (aunque a veces eso de “informar” tenga este tipo de consecuencias). El que se queda sin saber nada, el que duda de cuando le han contado “cuatro mentiras para que esté contento” es el aficionado, en este caso valencianista. Y eso no se debería consentir.
Pero en este club seguimos teniendo una vara de medir que resulta extraña, que al menos servidor, no entiende. A David Albelda, el jugador, no tengo nada que reprocharle. A sus casi 35 años está haciendo un año más que digno, y lo que resulta duro es que se eche en falta su presencia (si un destructor de juego, con esa edad, cuando no está, su ausencia se nota, es que tenemos un problema). Pero el David Albelda capitán del Valencia debe tener un sentido común por encima de los demás. Se debe a un club, a una institución, a una afición (esté a su favor o no, porque es el capitán de todos). Y es la imagen del Valencia. Y no podemos dar esa imagen. Nuestro capitán, no.
Mi mente pensadora, que no llega a la neurona peleona de Carlos Bosch, pero ahí le anda, retrocede en el pasado. Hace una comparativa de lo que ha llegado a pasar en este club con otros presidentes, con otros entrenadores, con otros jugadores. Me entran hasta escalofríos deportivos. ¿Alguien imagina a Paco Roig vendiendo a sus estrellas y teniendo al equipo con el 50% de los puntos? ¿Y Rafa Benítez perdiendo 1-2 frente al colista con 10? ¿O a Quique, y mira que yo le di en su día? ¿Qué diría el “sector duro” si esta frase de Albelda la hubieran pronunciado Marchena, Baraja o Carboni? No tengo por menos que hacerme estas preguntas. Y sobre todo recordar que esta institución, que cumplió 93 años el pasado día 18 de marzo, es sagrada, está por encima de todos, y merece un respeto inmaculado. Más aún de quienes la representan.
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