EL VALENCIA SE HUNDE SI LE DÁN

Uno de los aspectos que Emery no ha logrado inculcar al equipo reside en la vulnerabilidad del grupo si recibe un palo.

Si por algo se caracteriza Emery es por su trabajo, dedica muchas horas a sus equipos bajo la luz solitaria del flexo, y uno de los aspectos que no consigue mejorar aunque pase el tiempo es la vulnerabilidad del grupo cuando recibe un palo durante el partido. Psicológicamente cuesta mucho reaccionar y a veces existe la sensación de que el Valencia actual baja rápido los brazos, y esa labor no se ha logrado corregir poco a poco, pero es más que evidente. Al margen del desastre que vio Mestalla el pasado sábado, ha habido momentos puntuales a lo largo de la temporada determinantes para no seguir más eliminatorias en la Copa o en Champions.

En Villarreal se encajaron dos goles en apenas dos minutos tras el descanso y el Valencia desapareció del rectángulo de juego, como también ocurrió en el partido de vuelta de Champions cuando empató a uno Farfán tras un lanzamiento de falta. Frente al Madrid dio la sensación que ni llegaron a comenzar el partido. Emery quiere que su equipo mejore en esa faceta, es importante reaccionar —sí se le remontó al Atlético— ante una adversidad, y no que después de recibir un palo te sigan dando sin compasión hasta ser humillado. Un equipo fuerte no puede bajar los brazos con facilidad, hay que trabajarlo, aunque también eso va en función de la persona, en este caso del futbolista. Y esto figura en la parte negativa de la balanza. Como si en los partidos importantes el Valencia no diera la talla, sin olvidar que en los dos duelos frente al Barça y en el de la primera vuelta contra el Madrid sí se estuvo cerca de sorprender.

Ha escocido mucho el 3-6, al técnico le ha hecho daño, pero también a los futbolistas. El Valencia se presentó con un balance de tres victorias claras en el resultado, sin pasar por alto que en Getafe y Almería se hicieron unas primeras partes malas, y el sábado parecían juguetes rotos en manos del Madrid.

Después de que Unai conversara en el túnel de vestuarios con Manuel Llorente y Braulio Vázquez, el técnico compartió impresiones con sus colaboradores, pero también quiso palpar las sensaciones que tenían algunos futbolistas. No se podía volver atrás en el tiempo para corregir el ridículo y había que mirar al futuro, de ahí que quisiera empezar a ver cómo se sentía la gente tras la humillación. Una de las frases más repetidas en el vestuario fue la siguiente: «La hemos cagado todos». Nadie se quitó la culpa, porque se falló en todas las lineas desde el minuto uno, como si pensaran que haciendo lo justo iban a ganar. Y así se le hizo el pasillo para que el Madrid goleara.

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