Las dos caras del Valencia

Ya conocemos la mejor y la peor cara del Valencia. Lo que es y lo que puede ser. Y, como en años anteriores, se demuestra que sólo con humildad se ganan los partidos. Anoche, cuando el Valencia se creyó superior, el Atlético de Madrid lo toreó y, cuando se puso el traje de faena, enmendó la desfeta anterior. Aduriz igualó el gol de Simao. Tablas. Entonces, ¿cuál es el nivel real de este Valencia? Habrá que esperar, pero de momento, sigue invicto. Y es colíder.

A veces, la presión atenaza. Otras hace aflorar la desvergüenza. Anoche, el líder salió «chuleta» y el Atlético pronto lo bajó de las nubes. Nadie mejor que Quique para saber desmembrar al que fue su equipo. El madrileño, que durante la semana no ocultó su valencianismo, demostró que sabe perfectamente como juegan sus ex y, obvio, se lo debió explicar a los suyos. Hay que marcar pronto y que naufraguen en sus dudas, les dijo. Emery, sin embargo, infló de autoestima a los suyos. Soy primero, pues soy mejor, debieron pensar los jugadores del Valencia que quisieron exhibir su superioridad encerrando al Atlético en su campo. Pero debieron olvidar que al contragolpe, el equipo de Quique es letal.

Como si de una repetición televisiva se tratara, el Atlético reeditó el gol marcado hace un año en este mismo escenario. Sólo cambió el goleador. Si entonces fue Forlán el que culminó un contragolpe que nació tras un saque de esquina del Valencia, anoche fue Simao el que lanzó el balón al fondo de las mallas. Un gol que hizo trizas la moral del equipo. Ese mismo grupo que se vanagloriaba de ser compacto y solidario, al verse por debajo en el marcador, olvidó su personalidad para dejar que el Atlético impusiera su juego. ¿Qué hacer? Rehacerse desde la intensidad y jugar con dos delanteros.

Cambio radical

¿Pero, y esta transformación por qué? Emery confió de inicio en Dominguez para la mediapunta, lo que le llevó a prescindir de Pablo —extraña la decisión ya que el jugador había sido el mejor en Alicante— para recolocar a Mata en la banda izquierda. Y el Chori, perdido y apático, ni la olió. Y sin enganche, Aduriz vivió aislado. Cierto es que, con una prodigiosa cabeza, tocó cada uno de los balones que volaron por el area pequeña, pero de forma muy tímida. El Atlético, y siempre a la contra, en dos pases se plantaba frente a César ya que ni Maduro ni Ricardo Costa —debía tener la cabeza en otro sitio — lograban frenar a los Simao, Forlán y compañía. Y es que el Valencia no carburaba.

Emery, muy activo en la banda mientras Quique apenas se levantaba de su asiento, volvió a demostrar que ha cambiado de manual y, a penas iniciado el segundo tiempo, sentó al Chori y dió entrada a Soldado para modificar el esquema (4-4-2) y jugar con dos delanteros. Y el Valencia mejoró. Soldado le dió oxígeno al muerto. También la entrada de Pablo. Pero, cuando el Valencia espabilaba, Iturralde quiso ser protagonista para no señalizar un claro penalti de De Gea a Mata. Pero querer es poder y, cuando el Atletico estaba asfixiado en su área , Aduriz remató un pase de Albelda para empatar. Y ahí, el Valencia se volcó; comprobó que no debía temer al Atlético y que la victoria no era una utopía . Pero De Gea, no dejó pasar ni una más. Finito. Mestalla, mientras, volvia a creer en los suyos y a pensar que las primeras victorias de la temporada no eran fruto de la casualidad. ¿Y a qué nivel está el Valencia, al de anoche, o al que había exhibido en las tres primera jornadas? Habrá que esperar. Cierto es, que el de ayer era el primer examen complicado y que el Atlético fue envalentonándose conforme fueron pasando los minutos, pero el Valencia volvió a tener dos caras. Y los jugadores dos ambiciones.