Llega el Atlético a Mestalla con la intención de medir su, a priori, atractivo potencial para disputar dos de las cuatro plazas Champions y ser así mismo, alternativa para la Copa. Sus objetivos coinciden bastante con los del Valencia y se ha reforzado con buenos y contrastados jugadores. Nivel de exigencia máximo, que diría Unai.
El martes, la competición europea que proporciona más dinero y prestigio y de la que los aficionados confían en recibir más compensaciones que el año anterior. Un Genk desconocido para la mayoría, de una liga, la belga, que no está ni mucho menos, entre las mejores de Europa. Avisaba el capitán David Albelda que no deberían adoptarse confianzas para este choque que pueden acabar en desagradbles sorpresas.
Cuatro días más tarde, el sábado 17, de nuevo Liga en El Molinón ante el Sporting. Partido de los que no se espera otra cosa que la victoria, ya que los puntos del estadio gijonés son de los que marcan la diferencia al final en la tabla. Pero cita muy peligrosa si se relaja la concentración de los dos anteriores encuentros.
Otros cuatro días y el super Barca de Guardiola en Mestalla. La hora de dar ó quitar razones a Roig, Del Nido y compañía. Y la esperanza, la ilusión y la fé de la grada blanquinegra en confirmar que las distancias son, puntualmente, alcanzables.
Y para finalizar el mini maratón de la exigencia, el Sevilla en el Sánchez Pijuán, aspirante a la propiedad de la tercera plaza que ahora pertenece por derechos adquiridos y son solvencia al equipo de Unai.
Un equipo que hace albergar ahora más confianza por el buen desenlace final en la confección de la plantilla, la seguridad de una puerta bien guardada con Guaita y Alves, con la presencia de Ruiz y Rami, el buen momento de Alba, la regularidad de Topal, el espíritu de Albelda, un Canales enrachado y un Banega comprometido y mimado, la esperanza en Piatti y la definición del 'killer' Soldado. Mimbres más que suficientes cómo para esperar un comienzo muy ilusionante.
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