JUAN CARLOS VALLDECABRES
Un penalti injusto y maldito echó al traste los tres puntos que ya tenía el Valencia en el saco después de hora y media de escaso fútbol, por no decir nulo. El puntito es tan precario que a uno se le queda el cuerpo mal viendo el botín que se ha quedado en el camino. No es que el Valencia hubiera hecho méritos sobrados para dejar claro que es un serio aspirante a un título (según Llorente) y/o a seguir creciendo (según Emery), pero como el rival siempre fue tan plano, después del penalti a los valencianistas les queda ese saborcillo amargo de no haber sabido machacar a tiempo a un rival bastante simplón, que ofreció muy poco.
Uno de los pocos temores que había en el seno valencianista era la reactivación que podía dar al rival el estreno del temperamental e inquieto Caparrós en el banquillo. Pero el exentrenador del Neuchatel de David Navarro aún no ha tenido tiempo de poner las pilas a los suyos, y de eso habría sacado un gran beneficio Emery de no ser por ese fatídico barullo final, ya con el tiempo cumplido y dentro del área que acabó con el error del colegiado.
Fue tan planito el Mallorca, prácticamente desde el minuto uno al noventa, que ni de lejos podía imaginarse capaz de rascar el empate. De ahí que el encuentro entrara muy pronto en una dinámica sosita y con un nivel futbolístico tan discreto que a quien acabaría perjudicando finalmente sería a los valencianistas.
Cuando el Valencia no despliega el fútbol que está al alcance de sus posibilidades, a veces corre riesgos innecesarios como el de ayer. Lo peor de todo es que quedó siempre claro, en cada intento de circulación del balón, que con poco sentido que aportaran los de Emery podían sacar todo el provecho posible a su mejor disposición técnica.
Hoy por hoy, en una comparativa individual, ni un solo futbolista del Mallorca supera y ni tan siquiera iguala a cualquiera de los catorce que actuaron ayer en el Valencia.
El once, y eso sí es raro en Emery, se ajustó a las previsiones, con la llamativa presencia de Parejo en el centro del campo. El ex del Getafe se adaptó el 4-2-3-1 y no hizo falta que Unai sacara de su carpeta el 4-3-3 para dar cabida a Parejo. Tanto con uno como con otro dibujo, el Valencia debía haber ganado por todo: por nombre, por calidad, por jugadores y por equipo, pero cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde.
Piatti no es el que era
Y estos dos apuntes, el de la estrategia y el del insulso Piatti, aparecieron al minuto y poco de partido. Un saque de esquina permitió tocarla, aunque forzado, a Rami y el balón le cayó a Piatti cuando el zurdo estaba solo a apenas un par de metros del poste. El argentino no estuvo despierto y el peligro acabó en pifia. Sirvió, eso sí, para descubrir con descaro por dónde podía meter viaje el Valencia: los córners.
Cada saque de esquina se convirtió desde ese momento en un verdadero suplicio para los mallorquinistas: siempre con Parejo como ejecutor y con Rami como gran referencia.
Así llegaría el zarpazo que dejó herido casi de muerte al Mallorca. El tanto de Rami, que le pegó como si le fuera el alma casi sobre la línea, parecía definitivo. Tanto que el Valencia acabó acomodándose ante un Mallorca que se encontró, eso sí, con el premio inesperado de un penalti injusto, mal señalado. El maldito penalti por supuesta mano de Topal que hace resbalar al Valencia en puertas de afrontar en Alemania la primera final del año.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2011-10-16/castigo-comodon-20111016.html
Un penalti injusto y maldito echó al traste los tres puntos que ya tenía el Valencia en el saco después de hora y media de escaso fútbol, por no decir nulo. El puntito es tan precario que a uno se le queda el cuerpo mal viendo el botín que se ha quedado en el camino. No es que el Valencia hubiera hecho méritos sobrados para dejar claro que es un serio aspirante a un título (según Llorente) y/o a seguir creciendo (según Emery), pero como el rival siempre fue tan plano, después del penalti a los valencianistas les queda ese saborcillo amargo de no haber sabido machacar a tiempo a un rival bastante simplón, que ofreció muy poco.
Uno de los pocos temores que había en el seno valencianista era la reactivación que podía dar al rival el estreno del temperamental e inquieto Caparrós en el banquillo. Pero el exentrenador del Neuchatel de David Navarro aún no ha tenido tiempo de poner las pilas a los suyos, y de eso habría sacado un gran beneficio Emery de no ser por ese fatídico barullo final, ya con el tiempo cumplido y dentro del área que acabó con el error del colegiado.
Fue tan planito el Mallorca, prácticamente desde el minuto uno al noventa, que ni de lejos podía imaginarse capaz de rascar el empate. De ahí que el encuentro entrara muy pronto en una dinámica sosita y con un nivel futbolístico tan discreto que a quien acabaría perjudicando finalmente sería a los valencianistas.
Cuando el Valencia no despliega el fútbol que está al alcance de sus posibilidades, a veces corre riesgos innecesarios como el de ayer. Lo peor de todo es que quedó siempre claro, en cada intento de circulación del balón, que con poco sentido que aportaran los de Emery podían sacar todo el provecho posible a su mejor disposición técnica.
Hoy por hoy, en una comparativa individual, ni un solo futbolista del Mallorca supera y ni tan siquiera iguala a cualquiera de los catorce que actuaron ayer en el Valencia.
El once, y eso sí es raro en Emery, se ajustó a las previsiones, con la llamativa presencia de Parejo en el centro del campo. El ex del Getafe se adaptó el 4-2-3-1 y no hizo falta que Unai sacara de su carpeta el 4-3-3 para dar cabida a Parejo. Tanto con uno como con otro dibujo, el Valencia debía haber ganado por todo: por nombre, por calidad, por jugadores y por equipo, pero cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde.
Piatti no es el que era
Y estos dos apuntes, el de la estrategia y el del insulso Piatti, aparecieron al minuto y poco de partido. Un saque de esquina permitió tocarla, aunque forzado, a Rami y el balón le cayó a Piatti cuando el zurdo estaba solo a apenas un par de metros del poste. El argentino no estuvo despierto y el peligro acabó en pifia. Sirvió, eso sí, para descubrir con descaro por dónde podía meter viaje el Valencia: los córners.
Cada saque de esquina se convirtió desde ese momento en un verdadero suplicio para los mallorquinistas: siempre con Parejo como ejecutor y con Rami como gran referencia.
Así llegaría el zarpazo que dejó herido casi de muerte al Mallorca. El tanto de Rami, que le pegó como si le fuera el alma casi sobre la línea, parecía definitivo. Tanto que el Valencia acabó acomodándose ante un Mallorca que se encontró, eso sí, con el premio inesperado de un penalti injusto, mal señalado. El maldito penalti por supuesta mano de Topal que hace resbalar al Valencia en puertas de afrontar en Alemania la primera final del año.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2011-10-16/castigo-comodon-20111016.html
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