Con la miel en los labios
El Valencia perdona la vida al Barça en un primer acto en el que pudo sentenciar y lo paga perdiendo.
JOAQUÍN BALLESTA ENVIADO ESPECIAL | .-
No pudo ser. Las ganas y la confianza depositadas en el partido, así como el buen juego exhibido en el primer acto no sirvieron al Valencia para dar un golpe de autoridad en el Camp Nou. Un Valencia que ofreció una buena imagen en líneas generales, pero que pagó caro el regalo del empate, por no salir metido tras el descanso y, con ello, dio alas a un rival de lujo al que antes había convertido en vulgar.
Corría el minuto 38 de juego cuando Pablo Hernández convertía en realidad lo que antes del encuentro era una ilusión, una esperanza, algo intangible. Marcaba un gol que ponía al Valencia por delante en el marcador, para delirio del puñado de valencianistas que saltó en la grada al mismo tiempo que los seguidores barcelonistas se echaban las manos a la cabeza, al comprobar que un partido más se les ponía cuesta arriba. Las dudas que los de Guardiola mostraban sobre el recién estrenado césped se trasladaban a los espectadores, que vivían en directo un choque, en teoría, con los papeles cambiados. El vigente campeón se veía superado por un rival al que en las tres anteriores visitas al Camp Nou le había hecho 13 goles.
La jugada del gol de Pablo fue una muestra clara, contundente, de cómo se debe llevar un contragolpe. Con rapidez endiablada, servicio perfecto en diagonal de Banega para abrir a Mathieu y la galopada del francés, tras levantar la cabeza, finalizaba poniendo el balón atrás, donde sólo estaba el castellonense que, entre una nube de piernas lo mandó a la red. El tanto venía a premiar el excelente trabajo que los de Emery estaban llevando a cabo. Un bloque que supo robar el esférico al Barça de salida y los de casa sufrieron. Más tarde, los blanquinegros lo cedieron, se sentían cómodos cerrando filas y buscando la contra, pues apenas sufrían.
La pena fue que sólo tres minutos más tarde del gol valencianista el propio Pablo Hernández tuvo la opción de hacer el segundo y, quién sabe, si matar el partido de manera definitiva. La jugada vino por el lado contrario a la anterior, es decir, por la derecha, con centro de Soldado al corazón del área azulgrana; Pablo controló y tal vez la precipitación de su remate hizo que estrellara el cuero en Víctor Valdés. De haber terminado en gol, a cuatro minutos para el intermedio, el Valencia podría haber llenado de histeria un Camp Nou que parece acostumbrarse a sufrir esta temporada ante cualquier rival.
Y es que en ese primer periodo vimos un Valencia bien plantado, que supo estar junto cuando tocaba, cerrar vías de penetración y defenderse con orden, para acertar también cuando decidió mirar hacia el campo contrario. Hubo momentos en los que se plantaron hasta con tres futbolistas en ataque. Esta opción se le atragantó a un Barça que no funcionaba en la medular y que a medida que avanzaba el reloj también sufría en defensa, dando muestras de nerviosismo y, con él, de inseguridad.
Fue un Valencia sin complejos, seguro y con la lección aprendida. Emery colocó a Albelda y Fernandes como dupla en el medio centro. Pablo y Mathieu en las bandas, Banega como mediapunta y Soldado el más adelantado. La decisión de apostar por Jordi Alba en el lateral zurdo y adelantar unos metros al francés fue correcta. El objetivo era tabicar esa banda para impedir las entradas de Alves y Messi y se logró. El brasileño del Barça lo intentó con cuentagotas y el argentino ni existió.
El desgaste de los centrocampistas del Valencia fue importante. Pero valía la pena. Quizá sólo se echó en falta una mayor participación de Banega, en ocasiones algo perdido en la zona comprendida entre Soldado y la pareja de medios. Sin embargo, la solidaridad del grupo hizo que apenas se acusara. No fallaba casi nada y en defensa no se pasaban excesivos apuros. Iniesta, que arrancó en la banda izquierda, en ocasiones juntándose con Villa, cambió de lado en busca de soluciones a la falta de frescura en el juego de su equipo. La batuta del milagrosamente recuperado Xavi no daba el tono. Y como los laterales de Emery estaban bien plantados, el Barça fue un querer y no poder continuo.
El Barça despierta.
Por desgracia, todo el buen trabajo relatado se fue al traste con el inicio del segundo acto. Al minuto y medio, Iniesta, tras apoyarse en Xavi, puso el empate y despertó a la parroquia y a sus compañeros. El capitán catalán empezó a dirigir, Alves a llegar con claridad, apareció el Messi de verdad y el Valencia se quedó tocado. Grogui. César empezó su recital y evitó el segundo en remate de cabeza de un negado y desesperado Villa. Pero enseguida llegó el 2-1, tras otro servicio de Xavi que culminó Puyol. La remontada estaba conseguida.
A partir de ahí, los azulgrana, desmelenados, pasaron por encima de los blanquinegros. César le sacó otras dos acciones claras a Villa. Los de Emery se mostraban sin ideas y casi sin fuerzas. No fueron los de antes. Y, aunque en el tramo final intentaron remediar la derrota, se quedaron con las ganas. Nunca dispusieron ya de una opción clara de gol y, al mismo tiempo, dejaban muchos espacios. Una pena la derrota, mucha culpa de la cual tuvo el inicio del segundo acto con escasa concentración. Se pagó caro, a pesar de la buena imagen.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2010-10-17/miel-labios-20101017.html
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