Parece que el liderato nos haya sentado mal porque perdemos en el Camp Nou después de una primera parte espectacular y ya queremos encender la falla.
Hace sólo unos días le dije al entrenador del Valencia que mi neurona preguntona estaba tan emocionada con el inesperado y reconfortante liderato que ni ella ni yo estábamos preparados para la derrota, pero como somos adultos y más sensatos de lo que parece, hemos dejado pasar un tiempo desde el gol de Puyol hasta la siguiente vez que nos hemos enfrentado a una hoja en blanco. Y hemos dejado pasar el tiempo por aquello de que desde la distancia y en el burladero las cosas son de otro color —cuando sólo hace unos minutos que el toro te da un revolcón uno va tan escocido que dispara a todo lo que se mueve— .
Y aquí estamos los dos, unos días después, también locos por incordiar pero esperando a que llegue nuestra oportunidad. Y desde la barrera hemos visto un equipo que en la primera parte bailó al mejor del mundo, cosa que no han hecho transatlánticos como Chelsea o Real Madrid. Y desde nuestra nube azul, donde «todo es como yo lo he inventado», miramos la clasificación y vemos que en la séptima jornada tenemos un punto menos que los galácticos de Mou y los mismos que el filósofo tramposo. Las diecinueve líneas anteriores son sólo una manera de decir que esperemos a marzo para quemar la falla y no perdamos la fe por perder en el Camp Nou —aunque la derrota duela después de olisquear el sabor de la victoria—, porque parece que nos haya sentado mal el liderato. Por eso en mi cabeza resuena una canción de Siniestro Total que dice aquello de «¿quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos?» y que creo conviene que nos preguntemos de vez en cuando. Sobre todo ahora que «probablemente Dios no existe. Así que deja de preocuparte y disfruta la vida...» y la Champions.
http://www.superdeporte.es/carlos-bosch/2010/10/19/loco-incordiar-191010/108512.html
Hace sólo unos días le dije al entrenador del Valencia que mi neurona preguntona estaba tan emocionada con el inesperado y reconfortante liderato que ni ella ni yo estábamos preparados para la derrota, pero como somos adultos y más sensatos de lo que parece, hemos dejado pasar un tiempo desde el gol de Puyol hasta la siguiente vez que nos hemos enfrentado a una hoja en blanco. Y hemos dejado pasar el tiempo por aquello de que desde la distancia y en el burladero las cosas son de otro color —cuando sólo hace unos minutos que el toro te da un revolcón uno va tan escocido que dispara a todo lo que se mueve— .
Y aquí estamos los dos, unos días después, también locos por incordiar pero esperando a que llegue nuestra oportunidad. Y desde la barrera hemos visto un equipo que en la primera parte bailó al mejor del mundo, cosa que no han hecho transatlánticos como Chelsea o Real Madrid. Y desde nuestra nube azul, donde «todo es como yo lo he inventado», miramos la clasificación y vemos que en la séptima jornada tenemos un punto menos que los galácticos de Mou y los mismos que el filósofo tramposo. Las diecinueve líneas anteriores son sólo una manera de decir que esperemos a marzo para quemar la falla y no perdamos la fe por perder en el Camp Nou —aunque la derrota duela después de olisquear el sabor de la victoria—, porque parece que nos haya sentado mal el liderato. Por eso en mi cabeza resuena una canción de Siniestro Total que dice aquello de «¿quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos?» y que creo conviene que nos preguntemos de vez en cuando. Sobre todo ahora que «probablemente Dios no existe. Así que deja de preocuparte y disfruta la vida...» y la Champions.
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