El Valencia se ha cansado de perder un partido detrás de otro. Sólo había que ver el entrenamiento del jueves en Paterna para darse cuenta. Los futbolistas protestaron todas las decisiones arbitrales de los técnicos, se desafiaron entre ellos entre risas y bromas y llevaron el último partido hasta la tanda de penatis. Y todo para ver quien ganaba un entrenamiento que nadie quería perder. Dentro de una dinámica perdedora como la que atraviesan los de Emery, volver a celebrar goles o triunfos —aunque sólo sea en partidillos amistosos— es un desahogo. Volver a sentirse ganador, aunque sólo sea por un rato, era un alivio que todos querían experimentar ayer en la Ciudad Deportiva. Porque se echan de menos las celebraciones y porque el equipo está cansado de perder.
Algo que ha sucedido en los tres últimos partidos contra el Schalke en la Champions y contra el Zaragoza y el Sevilla en Liga. Quizás por eso tenía más valor que nunca volver a ganar, aunque sólo fuera en las instalaciones blanquinegras. Esas ansias por ganar aparecieron muy pronto. Primero, en los partidillos de cinco contra cinco que preparó el cuerpo técnico. Fue ahí donde comenzaron las protestas arbitrales de los jugadores especialmente dirigidas a Carcedo, que hacía de árbitro-jugador. «¡Del Atleti tenías que ser!», decía César. «No puede ser que pite un futbolista», decía Joaquín recriminándole, medio en broma medio en serio, que uno de los goles no había sido legal. No sería el único que se quejaría al segundo de Emery. Soldado se dejaba caer en el área y Carcedo le decía que esperara a «la camilla»... ¡que él seguía jugando! Moyà también se encaró entre risas con ´Carce´, Tino Costa se ponía en medio para separarlos, el mallorquín volvía esta vez para agarrar a Jordi y recordarle una jugada. Al final eran Tino y Soldado los que se enzarzaban entre bromas. Había pique deportivo entre los cuatro equipos del Mundialito, pero lo mejor estaba por llegar.
Emery concluyó la sesión con un partidillo final de la sesión. Era la revancha para muchos. Tino y Jordi celebraban por todo lo alto un gol, Soldado se quejaba, Aduriz levantaba los brazos pidiendo explicaciones, Joaquín se echaba las manos a la cabeza después de encajar un gol, Bruno metía un gol imposible, Montoro parecía sentenciar el partidillo con una volea que entraba ajustada por el segundo palo, se celebraban las paradas de Guaita, de César, de Moya... Y así hasta el final del partido. Había empate en el marcador y ningún jugador estaba dispuestos a irse a las duchas sin resolver el resultado. Había que buscar un perdedor...y, sobre todo, un ganador. «¡Penaltis, penaltis!», gritaban los jugadores.
Y así fue. Comenzaba la tanda de penaltis más caliente de los últimos tiempos. ¡Y eso que era un entrenamiento más en Paterna! El primero en fallar iba a ser el Tino lanzando el balón a las nubes por encima del larguero. Tampoco estuvo acertado Miguel. Guaita le adivinaba la intención y paraba su disparo. Y así uno a uno hasta el penalti definitivo. Lo tiraba Joaquín. Un gol del gaditano le daba la victoria a su equipo. Había tan poco en juego, pero a la vez había tanto, que todo valía. Soldado y Pablo se fueron directos al punto de penalti para pisotearlo y dejarlo en las peores condiciones posible. Cualquier cosa era valida para impedir el gol del Pisha. Y allí iba el ´7´ del Valencia entre las risas y las miradas de todos. Tomó carrerilla, disparo y... ¿entró? Sí. Batió a Guaita y salió corriendo para celebrarlo. César salió detrás de él, lo agarró por la detrás de la camiseta y lo lanzó el césped. Allí se irían amontonando poco a poco sus compañeros de equipo. Miguel, Isco, Moyà, Dealbert. Sólo era una anécdota, pero quizás la prueba de que los jugadores están cansados de perder.
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