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viernes, 19 de noviembre de 2010

Setecientos para la jaula de El Madrigal

Los alrededor de mil aficionados del Valencia que tienen previsto desplazarse mañana a Vila-real verán el partido dentro de una jaula. La jaula de El Madrigal. Una grada pionera en España y prisionera para los valencianistas de todas las edades que intenten animar a los de Emery durante el encuentro. Sus cristales de metacrilato, sus redes colgantes y sus vigas de hierro aislan a las hinchadas visitantes del resto del estadio, reducen el sonido de sus gritos y cánticos de apoyo y dificultan la visión del partido. Unas incomodidades que conocen como nadie y que ya han sufrido en sus carnes los peñistas valencianistas de la provincia de Castelló. Todos mostraron ayer su malestar a SUPER. Como ellos confiesan, «el nombre de la grada habla por si sola. Allí arriba nos hemos sentido encerrados como animales, por eso le llaman la jaula».

Allí, en el fondo norte de El Madrigal, es donde el Villarreal aloja a las aficiones visitantes desde su construcción en 2008. Fernando Roig inauguró esta grada, con capacidad para 3.000 espectadores, para convertirla en la construcción más alta de Vila-real, superando las torres de la iglesia de la ciudad, y para no parar de acumular quejas de los rivales desde que se levantó. Sus cuatro metros de altura de cristal de metacrilato que aislan a los aficionados del campo, sus otros 16 metros de red tupida que úne el muro de cristal y la cubierta y, sobre todo, sus vigas de hierro verticales y horizontales que soportan la estructura tienen la culpa. «Tuve una experiencia desastrosa. Nos teníamos que levantar del asiento para ver el partido», recuerda Maite de Nules. «Está claro que hay gente a la que hay que controlar, pero ¿y la gente que vamos a ver el fútbol tranquilamente con nuestros hijos, padres o abuelos? ¿Es justo recibir ese trato?», se pregunta Carlos de Sueras.

Otros como Enrique ya han optado por no volver más. «En Mestalla eso por ejemplo no pasa, puedes ver el fútbol como un aficionado local más. Decidí no volver más», aseguraba Enrique de Artana. «Yo creo que no se acuerdan de que somos personas. Para mí es una indecencia. Apuesto por la seguridad, pero no con estas maneras», reclama Javi de Vilanova. «El cristal, la red, columnas, bigas... ¡Es imposible! Una cosa es la seguridad y otra que nos traten como animales» sentencia Juan Ramón de Benicarló. Son las denuncias que hacen los presidentes de las peña de Castelló por el trato recibido en El Madrigal. Todos están de acuerdo con la ampliación de medidas de seguridad, pero no a base de jaulas. Hasta la red social, Facebook, se hizo eco de estas quejas desde hace dos años con el grupo de amigos ´Yo también odio la jaula de El Madrigal». La mayoría de aficionados del Valencia verán y sufrirán el encuentro desde allí, aunque otros —los que consigan sus entradas en las taquillas del estadio— lo verán repartidos en el campo. L´Agrupació de Penyes prevé que viajen 700 aficionados. Dos autobuses de l´Agrupació, dos de peñas organizadas y alreredor de 400 aficionados que se desplacen por su cuenta. Seguro que con un triunfo a los amarillos, la tortura de la jaula se hace más llevadera.

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