EL EQUIPO SABE SUFRIR Y RESISTIR EL "ARREON" DE SAN MAMES

El VCF sobrevivió desde el minuto 84 al 95 a un gol anulado, un penalti fallado, un paradón de César y un remate ¡de Iraizoz!

¡Qué manera de sufrir! Y, por supuesto, ¡qué manera de empujar con más corazón que cabeza del Athletic de Bilbao en los últimos minutos! ¡Cómo rugen los leones! ¡Qué locura! Así fueron los últimos diez diez minutos del partido de anoche en La Catedral. ¡Qué suplicio! Pero, ¡qué bien saben estos tres puntos! Sólo así, resistiendo hasta el final se gana allí. porque si alguien pensaba que el partido estaba cerrado en el momento en que Mathieu empaló un un balón con su pierna izquierda para poner el 1-2 en el marcador estaba muy pero que muy equivocado. Faltaba lo mejor. Un gol anulado de Iraola, un penalti fallado de David López, una mano milagrosa de César a Muniain y hasta un remate del portero, Iraizoz, en tiempo de prolongoción. Faltaba diez último minutos de infarto. Faltaba el arreón de San Mamés.

Porque del «¡Gooool!» se iba a pasar muy pronto a otro grito, el «¡Uyyyy!» Esa fue la tónica de los últimos minutos. El golazo de Mathieu se iba a convertir en la chispa que encendía la mecha al partido. El Valencia no tuvo tiempo ni siquiera para la celebración. El león estaba herido. El león despertaba a última hora como suele ser habitual en su campo. A los dos minutos del tanto del francés, los de Caparrós enseñaban sus garras con un gol de cabeza de Iraola perfectamente anulado por el colegiado. ¡Qué susto! El primero de los que estaban por llegar. El árbitro había acertado. La posición de Iraola era antirreglamentaria. Menos acertado iba a estar dos minutos después en una acción muy dudosa de David Navarro que Rubinos Pérez castigaba con una injusta pena máxima. En esta ocasión, le había podido la presión y el ambientazo que en esos momentos se respiraba sobre el césped... y el recuerdo del gol anulado. Sin embargo, la suerte se alió con los de Emery. La suerte o la justicia. David López fue el encargado de transformar el penalti. César intentaba desconcentrarle como podía.

San Mamés se frotaba las manos. El valencianismo sufría viendo cómo se le podía escapar el triunfo. Afortunadamente, para el Valencia, David López estrelló el balón en la madera. ¡Menos mal! El equipo respiraba, pero sólo por segundos. La tensión se podía cortar. Zigic veía la cartulina amarilla. Poco después, la veía Amorebieta. Para colmo, el cuarto árbitro marcaba tres minutos de la prolongación más larga de la temporada. ¿Qué digo? De la historia.

Esos cuatro minutos duraron cuatro horas. El reloj no corría. El banquillo se llevaba las manos a la cabeza. Los aficionados que estaba delante de la tele, más. Y los que estaba en San Mamés estaban a punto de la taquicardia. Y más cuando Muniain se metía dentro del área superando a Miguel y encaraba a César. Se paraba el mundo. Mano a mano dramático. El de Coria no fallaba. ¡Qué mano abajo! ¡Qué parada más difícil! El cacereño salvaba el partido. Pero aún había más. Navarro y César tenían que ser atendidos. La Catedral se cabreaba porque pensaba que estaban perdiendo tiempo. En medio de la locura colectiva, Iraizoz se unía a la fiesta. ¡Sí, Iraizoz! El portero del Bilbao tenía la última ocasión del partido tras un cabezazo a la salida de un saque de esquina. No había tiempo para más. El Valencia había sobrevivido. Había salido vivo del arreón de San Mamés.
http://www.superdeporte.es/valencia/2009/12/07/equipo-sufrir-resistir-arreon-san-mames/80303.html